Cuaderno de bitácora - 14 de agosto de 1964
Esta mañana hablé con el capitán y volvió a sacar el tema de que deberíamos irnos. Es la quinta vez que lo saca esta semana y tuve que volver a explicarle por qué es tan importante que terminemos la investigación, pero me ha dado un ultimátum. Me ha dicho que se han reunido todos sin mí, esta mañana, en el campamento base. Dice que han decidido no acabar la investigación, por unanimidad. Podría haberle explicado la estupidez que es votar algo así sin consultar la opinión del director en jefe de investigación. Podría haberle explicado que los resultados de todos estos meses de observación son mucho más importantes que la vida de las 20 personas que tengo a mi cargo. Podría haberle enumerado todos y cada uno de los motivos por los que estaba tan equivocado, pero no serviría de nada. Le dí la razón. Le dije que en menos de una semana recogeríamos todo el equipo y montaríamos en los helicópteros para volver a casa. Obviamente le mentí.
El primer avistamiento del espécimen fue hace 8 meses, nada más aterrizar en la isla. Vinimos a recolectar muestras de musgo, pero uno de los chavales nuevos volvió corriendo y chillando, diciendo que había visto una criatura extraña. Nadie le creyó, pero aún así fuimos a investigar.
Fotografía del 4 de enero de 1964 |
Me atrevo a considerar los primeros días de la investigación como los mejores días de toda mi vida. Era un descubrimiento detrás de otro, había recuperado en entusiasmo e ilusión que no tenía desde hacía más de 20 años y me parecía todo fascinante.
Especímenes en medio de una interacción social con otras especies |
Eran inteligentes y lo demostraban con una impecable toma de decisiones constante. Se organizaban en tribus y tenían instaurada una envidiable democracia. Tenían su propia cultura y costumbres, eran capaces de mostrar más humanidad de la que jamás haya visto en un humano de verdad.
Individuo mostrando signos de inteligencia | |
Fotografía de aldea en su hábitat natural inalterado |
Nadie, ni siquiera ellos, puede escapar de los horrores de la guerra |
No pude evitar pensar que estábamos corrompiendo a esas inocentes criaturas. Que nuestra presencia allí estaba despertando en ellos algo que jamás deberían conocer. Tenía miedo de que, mientras investigaba, viera reflejados en ellos los tantísimos errores que me han convertido en lo que soy ahora. Los siguientes meses pasaron como minutos por delante de mis ojos. Fui descubriéndome a mí mismo a través de esas cosas más de lo que jamás podía haber imaginado. No tardé demasiado en sentir nauseas, y no os confundáis, no es algo que se pueda entrenar y no estoy mejor de lo que estaba hace 6 meses.
Quiero creer que sigo investigando por inercia, pero sé que la curiosidad innata de la naturaleza humana es la fuerza más poderosa que existe, lo sé porque lo compruebo día a día. No he tenido el valor de acabar con todo, no creo que pueda llegar a tenerlo nunca.
Ya no se qué hacer.
Cuaderno de bitácora - 21 de agosto de 1964
Hoy es el día. Saben que no dejaré que se vayan. Saben que les he estado mintiendo y que no les daré las llaves del helicóptero. Si yo no puedo acabarlo, dejaré que lo hagan ellos. Ya se ha puesto el sol y todo el mundo está dormido en sus tiendas. Sé que lo harán esta noche y que no volveré a despertarme. Son buenos chicos. Adjunto mi investigación, quiero que sea mi regalo. A cambio pido una sola cosa.
Por favor.
Aseguraos de que nunca nadie más vuelve a poner un pie en esta isla.